viernes, 5 de septiembre de 2014

Cuando un amigo se va...


...queda un espacio vacío, según dice la canción. Cerati en cierta forma fue como un amigo, una suerte de ángel guardián. También una voz que recorrió un largo espectro.
Además de arte, su música fue la banda de sonido de nuestra personal biografía en los últimos 30 años.
Música adolescente en los 80, música de hombres y mujeres jóvenes en los 90, música de hombres y mujeres entrando definitivamente a la adultez en 2000.
Y si bien su música quedará por siempre, hay mucha otra que no escucharemos jamás. Porque el genio ya no está. Se fue.
La semana pasada se cumplieron 30 años de la edición de su primer trabajo junto a Soda Stereo y la importancia de este material tiene que ver no sólo con su contenido sino también con lo que Soda logró después en una época donde la mayoría de los grupos duraban sólo un LP.
Y empezamos a conocer a Cerati, a ese músico sensible que sabía muy bien cómo debían sonar las palabras. A veces no importaba lo que dijeran, con tal que armonizaran con sus composiciones.
Era el surgimiento de una gran banda. Eran los 80. Era la época en que Gustavo estaba en las paredes de cada una de nuestras habitaciones, en formato de póster, para 30 años después pasearse alegremente en la pantalla de los smartphones de nuestros hijos.
Son tres décadas de ininterrumpida creatividad. Siempre en la cima. El último gran músico argentino.
Quizá la mejor manera de entender lo que significó Cerati sea imaginarse que será dentro de 30 años de Tan Biónica o Agapornis...

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