jueves, 7 de julio de 2011

Cazafantasmas, la clave del éxito


La historia siempre estuvo allí, en el inconsciente colectivo de millones de personas a lo largo de la sinuosa historia de la humanidad: cazafantasmas.
Hombres y mujeres dedicados a la extraña labor de atrapar almas en pena. “Cazafantasmas”, la película dirigida por Iván Reitman, le dio un giro a la anécdota y lo hizo convirtiendo el horror en comedia. O más o menos porque la escena final de esta película hace erizar los pelos de la audiencia.
“Ghostbusters” fue un éxito global. Una sensación total. Una ecuación de perfecta sincronía entre lo que el mercado quería y lo que necesitaba un puñado de artistas todavía en su fase de crecimiento. La música se transformó en el telón de fondo de una generación de chicuelos bastante inocentes.
“Ghostbusters” era dueña de los elementos precisos: curiosas y picantes actuaciones, poderosa banda de sonido, una historia divertida, excelentes efectos especiales y un ingrediente secreto. ¿Cual? Pues, la figura, la energía, el talento y la genialidad de Bill Murray.
Murray es el río subterráneo e impoluto del cine norteamericano. Es el continente perdido que no deja de emitir señales filosóficas y culturales desde un pasado recóndito. El mapa de los más grandes piratas. Murray es Jack Sparrow antes de que nadie si quiera imaginara al personaje interpretado por Johnny Depp. Bill Murray es el magma.
También estaban con él: Dan Aykroyd, Sigourney Weaver, Harold Ramis, entre otros.




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