Por Claudio Andrade
"You can leave your Hat On", canta la voz aguardentosa de Joe Cocker pero nadie en la sala quería que Kim Bassinger se dejara nada en el cuerpo. Ni siquiera el sombrero.
“9 semanas y media”, de Adrian Lyne, marcó un hito en el universo del cine erótico. Basinger y Mickey Rourke formaban una pareja de esas que uno sólo puede denominar “explosiva”.
No se trata únicamente del sexo que mantienen juntos sino también de los gestos, de las miradas complices y de los momentos que ambos protagonizan a lo largo del filme. De modos distintos, John y Elizabeth, son encarnaciones de lo “cool” para la época. El, un yuppie que transcurre por tiempos holgados luego de “dormir con el teléfono pegado a la oreja”, y ella, una empleada de una galería de arte, recién divorciada. Se contactan. Se conocen. Se enroscan.
La pareja, caliente, intensa, recorre Nueva York y hace uso y abuso de la Gran Manzana. Un gran amor contemporáneo que podría durar para siempre. Pero en el camino algo se tuerce y el sexo tiene mucho que ver en esto. John conserva extrañas teorías sobre la intimidad que Elizabeth primero disfruta y al final llegará a odiar.
Pero en el medio estamos nosotros, ahí, sentaditos en la butaca viendo como John y Elizabeth se entreveran en una danza erótica que recorre desde los oscuros callejones hasta implecables departamentos, esos que por entonces ya erigían en un ícono arquitectónico.
Los hielos en el vientre. El paseo por un mercado del bajo Manhattan, el loft despojado, listo para un encuentro sin pausa. El callejón en llamas. Algunas postales del clásico.
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