Eso es lo que somos quienes transitamos nuestra infancia o adolescencia durante los '80.
Porque somos la última generación que aprendió a jugar a la pelota en el medio de la calle. Y andar en bicicleta con lo puesto, no con rodilleras, coderas, cascos y demás elementos símil Power Rangers.
Salíamos a jugar en el barrio hasta el atardecer y nos llamaban a los gritos, no por celular. Las hamacas y los toboganes eran de hierro y madera, no de plástico o pvc. No existían las protecciones para los enchufes y tampoco los envases de medicamentos con tapa a prueba de chicos (y a veces de adultos).
El merthiolate era nuestra sala de primeros auxilios y para el resfrío paños secos, nunca una placa para los pulmones y mucho menos sesiones de kinesiología.
Íbamos a la escuela con el portafolio cargado y no con una mochila con refuerzos laterales para los hombros y mucho menos ¡¡rueditas!!.
En los recreos tomábamos agua de la canilla y no era necesario llevar una botella de agua fortificada con todas las letras del abecedario. Comíamos Tubby 3 (y Tubby 4) hasta empacharnos no barra con cereales.
La hierba era pasto y ravioles, la comida de los domingos. Meteoro era un dibujo animado y no una película de los hermanos Wachowski.
Viajábamos en auto sin cinturones de seguridad traseros y obviamente no existían los airbags.
Siempre tuvimos que dar la cara y hablar de frente, no a través de un anónimo y por chat o Facebook. Para sacar a bailar a una chica había que preguntarle adelante de todas las amigas, no por mensaje de texto.
Tuvimos absoluta libertad y aprendimos a crecer con ella. Si te sentís identificado con estas líneas, sos otro héroe!.
Bienvenido al club.
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