Claudio Andrade
George Michael recorrió toda la espiral. De arriba abajo.
Y con su búsqueda personal, revestida de originalidad y talento interpretativo, nos hizo gozar a todos. Hombres y mujeres. Para cada cual Michael tenía guardado un secreto.
Fue un joven alocado de cabellos anárquicos, el hijo pródigo del pop ochentoso que deslumbró con Wam!. Después se presentó en sociedad, en soledad, como un adulto joven que reventó los charts y expolió nuestros corazones con su brillante disco “Faith”. Como suele ocurrir en estas historias parecía que sólo el cielo era su límite.
Pero Michael no quiso decepcionar la vertiente trágica del género. El también cayó en los excesos. Su música perdió vigor aunque su leyenda se mantuvo saludable. Entre una crisis y otra Michael salió del closet. Un dato que lo dejó con un pie en cada hemisferio. Los 90 lo encontraron conquistando miradas a mansalva. Nadie ni nada le resultaba ajeno.
“Fast Love” significó el hit de su madurez y la muestra cabal de que el talento no muere sino que cuando puede, cuando quiere resucita de entre sus cenizas.
Una vez cada tanto nuestro divino Michael aparece en las noticias. A los besos con su novio, o con las manos en la masa entre sustancias prohibidas.
Da igual, todavía es la estrella pop que hoy cumple 49 años y que nos alumbra con su estilo.
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