Por Claudio Andrade
Los INXS no cumplieron con algunas de las principales expectativas que se habían depositado sobre ellos como banda emergente de rock.
En los 80 se decía que tenían todo para apuntarse en esa lista apretada en la que apenas si caben The Beatles, Rolling Stones y U2. Pero lo cierto es que INXS no lo tenía todo. Le faltaban demasiados elementos musicales, compositivos, para convertirse en una leyenda mayor.
Su música era entretenida, enérgica y contagiosa pero no pasaba de ahí. Es decir, sus canciones carecían del pulso vital que las vuelve trascendentes. Unicas. Imprescindibles.
Sin embargo, 30 millones de discos vendidos constituyen la prueba absoluta de que sus melodías funcionaron en las radios.
La generación del 80 festejó cada uno de sus hits y recibió con alegría sus nuevas canciones. Y lo que le faltaba a la banda en materia compositiva siempre fue compensado por la inmensa personalidad escénica de Michael Hutchence.
El día en que el cantante se quitó la vida sentenció también la suerte de INXS que se apagó en la noche de los tiempos. Cuentan que aun siguen en la ruta pero sin Hutchence no tiene demasiado sentido. No artístico al menos.
Aunque algunas de sus canciones como “New Sensation”, "Suicide Blonde", "Bitter Tears" o "Disappear" permanecen en el recuerdo de los treinta y pico.
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