Por siempre se dirá que Jack Nicholson fue la galaxia que eclipsó a Tim Burton en su insuperable versión de “Batman”.
Porque “Batman” fue una gran película pero Jack resultó más grande aun.
Las escenas de “El Guasón” - bajando escaleras con un grabador apoyado en un hombro, actuando como un malo malísimo de pura leyenda, riendo con su risa despiadada y sin consuelo, con la banda de sonido de Prince detrás-, son memorables. Fantásticas. Pletóricas de talento actoral.
Michael Keaton también merece su cuota de gloria. Pero Jack, ¡oh! bendito Jack.
Hoy sería absolutamente impensable que una película pensada, soñada, proyectada y lograda como una película de culto consiguiera ese nivel de atención, presupuesto y apoyo en términos globales.
La versión de Burton no es una idea condescendiente. No representaba un gesto amable hacia la industria por parte de un freak como Burton. No, nada más alejado de eso. Imagino que los productores miraban azorados los trailers y avances, donde el malo se comía la película cual agujero negro, mientras Batman, su precioso Batman, no hacía sino padecer ataques neuróticos y dudar acerca de cual era el sentido de la vida misma.
El filme tenía lo mejor de todos los mundos: entretenido pero muy inteligente, y con excelentes actuaciones de excelentes actores que se encontraban ya en la categoría de estrellas. Con los años Keaton se perdió o siguió en lo suyo, y Jack devino en leyenda viva.
Batman, si, eternamente Batman.
No hay comentarios:
Publicar un comentario