miércoles, 25 de mayo de 2011

True Story (o mas o menos)


Me la contó un periodista en la redacción de un diario porteño. Fue hace tantos años que en el intento por recuperarla tal vez fabule un poco.
Pero el tipo sabía de lo que hablaba y había estado durante un tiempo muy cerca de Luca Prodán.
Primer acto: Obras Sanitarias.
Mi colega vio uno de los mejores y más convocantes recitales de Sumo. Fue en Obras y de algún modo significó la consagración del grupo y de la figura de Luca.
Lleno total. Gruppies. Fanáticos. Locura. Delirio. Sagrada fiesta del rock. En el medio de la tormenta, a su pesar, Luca, ese italiano que había pasado por algunas de las mejores escuelas europeas y que ahora huía de la heroína en el sur del mundo, Argentina. Pero, como es de suponer, no podía correr tanto como para alejarse sí mismo.
Mi colega presenció el recital y una frase vino a su mente: “ya está, Luca es una estrella”.
Al día siguiente se lo cruzó en aquella plaza ubicada en las calles Paraguay y Callao, a 50 metros de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad del Salvador. Justo ahí, cuenta el mito, Luca cazaba sus palomas que luego cocinaba para sus amigos músicos.
Luca descansaba, según lo que puedo recordar del relato, en los escalones de la facultad o bien dormía en uno de los bancos de la plaza. No lo puedo jurar ahora. Pero dormía o dormitaba. Iba vestido como siempre, sin mayores lujos. Llevaba anteojos. Saco largo. Pasaba de todo. De todos.
Ayer una entrella hoy casi un linyera.
La frase se le vino abajo al periodista. La estrella había retornado a su curso natural: una fuerza que la conducía hacia los interiores del universo oscuro.




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