jueves, 16 de septiembre de 2010

Esos raros peinados nuevos


Por Claudio Andrade
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Los peluqueros de entonces tenían una relación obsesiva con el secador de pelo usado de abajo hacia arriba. De-abajo-hacia-arriba-de-abajo-hacia-arriba.
El resultado era un brushing eléctrico que elevaba la fantasía capilar hasta niveles casi ridículos. Poco importaba. Cuanto más histérico el peinado, mejor.
Soda Stereo disparó la potencia de sus cabellos y la historia del grupo tuvo su “antes y después” de aquel esfuerzo estético. Imitaban a la gente de The Cure y a su quejoso líder Robert Smith. Aunque era mucho más cojonudo cargar con tan vistoso estilo en Buenos Aires que en Londres.
Ya se habían puesto bajo las garras de un gel atómico The Clash y los Sex Pistols en los '70 aunque con otras significaciones.




Si los '60 instauraron las largas melenas; si los '70 le dieron un curso recto básicamente equino, los '80 se dedicaron a amplificar la geometría del pelo. Lo liberaron sólo en parte de sus rutinas para luego obligarlo a subir como la espuma de una cerveza alemana e infinita.
La notoriedad de entonces se alimentaba de elementos poco abstractos. Se trataba se morder el último o el primero de los escalones. No existía aun la palabra “sutil”.
Sarah Connor, la heroína de “Terminator”, estallaba desde la cabeza a los pies. Había un secador en una de las escenas iniciales, justo cuando su compañera de cuarto planeaba salir con el novio. Alexandra Owens, la chica de “Flashdance”, bailaba mientras su pelo ensortijado insinuaba pasión, aroma e inocencia. La loca de la guerra de “Atracción faltal” interpretada por Glenn Close, cargaba una fatal explosión justo arriba del cerebro.
Charly antaba: “Es mejor que estarse quieto, es mejor que ser un vigilante / Si me gustan las canciones de amor y me gustan esos raros peinados nuevos / Ya no quiero criticar / Sólo quiero ser un enfermero”.




No había hipocresías, ni falsas modestias en esos peinados brutales. El cuerpo rocker, como el cuerpo del artista en general (incluida una voluptuosa Susana Giménez) se mostraban en toda su amplitud. Sin malicia.
A los galanes se les perdonaba su pancita o su notoria falta de estado físico. A los rocker la mala amplificación del sonido. En los '80, las leyendas fueron construidas y sostenidas desde lo ampuloso.
El Luis Miguel de aquellos años se tentó y rompió el molde. Su pelo también buscó lo estratoférico. Como Duran Duran. Como Rod Steward. Como Andrea Agassi. Un motivo visual en cada set. El gran jugador americano fue parte sustancial de aquella gloria.




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